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«Desde
Bordón, el pueblo de nuestra madre, creamos un grupo cuyo objetivo
es crear tejido social en estas zonas rurales que están un poco
abandonadas, y a las que los centros de salud o de día les
quedan bastante lejos… Sabemos que en los pueblos la gente se
ayuda mucho entre ellos, pero creemos que hay que darle un poco de
estructura y que si reforzamos ese espíritu
colaborativo que hay seremos capaces de avanzar unidos, que
nos oigan y que nos vean más allá de nuestras fronteras», resume Pilar
Santamaría, impulsora de una iniciativa que ha ido sumando decenas
de voluntarios, desde que decidió ponerla en marcha al principio de
la pandemia.
La
creatividad de esta activista, natural de Bordón,
surgió de la necesidad de ayudar a construir «puentes» para dar
visibilidad a la causa de su
hermana Carmen, una cuidadora turolense de 62 años,
y su cuñado Pepe, enfermo de alzhéimer. «Se me ocurrió
de manera intuitiva y tengo que decir que en las presentaciones que
hemos hecho nos hemos sentido muy apoyadas y acogidas. Aparte
de explicar en qué consiste la enfermedad, lo que intentamos es
conectar con la gente y que se pueda hablar de esto en los pueblos a
los que vamos. Así damos permiso para que las
personas expresen sus experiencias de vida con la idea de tratar de
crear un etorno exclusivo para quienes convivan con esta enfermedad
y se sientan solos o aislados», defiende Pilar. |
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